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PANDEMIA

6 de agosto de 2020

El histórico Capuccino Caffé se despidió de Cipolletti

La dueña de Capuccino Caffé ya vació el local. No pudo con la pandemia y dejó atrás 35 años de historia. Algunos de sus clientes más antiguos se acercaron para tomarse el último café.

El histórico Capuccino Caffé le dijo adiós a Cipolletti; y algunos de sus clientes más fieles y antiguos se despidieron con el placer de la última tacita en sus labios. Vecinos de esta ciudad, de más de 60 años, salieron del encierro de sus casas, acompañados por sus hijos, para poner fin a una historia de viejos encuentros e inolvidables anécdotas en la calle Roca 580.

Carolina San Martín fue parte de Capuccino los últimos dos años; y ya entregó las llaves y vació el local. No pudo más con la crisis que desató la pandemia de coronavirus; y antes de ingresar en una espiral de deudas sin fin, dio un paso al costado y decidió bajar las persianas.

Como otros comercios de la localidad, Capuccino venía golpeado por la recesión económica; y el inicio de la pandemia fue su sentencia de muerte. Intentó sobrellevar la situación, pero no tuvo respaldo suficiente para seguir adelante con un alquiler de 85 mil pesos, empleados de mucha antigüedad y otros compromisos.

"Una cuarentena de 40 días, tal vez, podíamos sostener. Pero no teníamos respaldo económico para hacerlo tanto tiempo, ni la certeza de poder pagar préstamos. No sabemos si después de esto la gente va a tomarse un café como antes", expresó San Martín.

Cuando el Municipio permitió por resolución que pudieran habilitar un porcentaje de sus instalaciones para recibir a los clientes, Capuccino probó con seis mesas. Pero la respuesta no fue alentadora. San Martín notó que, en 15 días, se sentaron no más de cinco personas, en un salón grande que tiene capacidad para 22 mesas.

"Probé y me dí cuenta que no funcionaba. Los clientes preferían pedir el café para llevarlo o tomarlo en la calle. Otros se sentaban en la barra", advirtió.

Incluso, San Martín pertenece a la Cámara de Industria y Comercio, y desde ese lugar observó que la situación para el rubro gastronómico es muy complicada porque más allá de las habilitaciones, a la gente le cuesta ir, tomar asiento y permanecer en bares, confiterías y restaurantes.

Capuccino, además, trabajaba para una clientela que acompaña al local desde hace varias décadas. Personas mayores de edad que por ahí asumían el riesgo de salir una vez cada tanto. "Ellos nos decían que se venían escapando"

Por eso también a San Martín le costaba imaginar cómo iban a remontar vuelo, cuánto tiempo les iba a llevar. Cree que la pandemia nos va a cambiar la mentalidad a todos; que es muy difícil vislumbrar la dinámica de los gastronómicos en esta nueva etapa de cambio.

"Cuando varios clientes se enteraron que cerraba Capuccino, expresaron su tristeza y llevaron a sus papás en cuarentena, porque sabían que iba a ser el último café en ese lugar. Ahora, les quedarán en el recuerdo de que ahí hubo un café que es parte de la historia de esta ciudad", contó la comerciante cipoleña.

Como Capuccino, dijo que sólo quedaría en pie Plaza Bar haciendo frente a la pandemia. Bar Cipolletti, otro histórico de la calle Roca 320, también bajó las persianas, después de 73 años.

 

 

 

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