A casi tres semanas del brutal asesinato de la joven estudiante de Medicina en Cipolletti, el gobierno rionegrino difundió el pago de una recompensa de un millón de pesos para poder dar con el principal sospechoso, el joven del identikit. Pese al dibujo con detalles muy particulares, aún no se logró dar con su identidad.

Este viernes el Ministerio de Seguridad y Justicia estableció como monto de recompensa la suma máxima de $1.000.000 para todas aquellas personas que brinden datos útiles que permitan individualizar al autor del crimen de Agustina Fernández ocurrido en Cipolletti el 2 de julio pasado en un departamento de la calle Confluencia al 1300.

"De acuerdo al identikit elaborado por la Policía de Río Negro en el marco de la investigación y que fuera oportunamente difundido por el Ministerio Público Fiscal, el sospechoso es un hombre que tendría entre 20 y 30 años de edad, mide entre 1,60 y 1,70 metros, tez blanca y cabello oscuro".

Entre sus características particulares se encuentran tatuajes en el rostro y manos. En sus cejas un tatuaje que se puede describir como un número 10, sumado a otros que resultan similares a cruces. En sus manos tiene una serie de dibujos entre los que se destacan las letras que conforman la palabra "ROCK" en sus dedos.

En ese sentido, quienes puedan brindar datos pueden llamar al teléfono celular de turno de la Fiscalía 0299 154167314, al 911 de RN Emergencias o en la unidad policial más cercana.

El crimen que conmocionó a todo el país

Agustina Fernández tenía 19 años y era oriunda de La Pampa. Había llegado a Cipolletti para estudiar la carrera de Medicina en la Universidad nacional del Comahue. Fue atacada brutalmente el sábado 2 de julio en el departamento de su amigo (Pablo Parra), ubicado sobre calle Confluencia al 1400, en Cipolletti. En el mismo complejo vivía ella. Parra la habría encontrado convulsionando en el suelo y luego se dio inicio a una causa judicial.

El estado de la joven no mejoró y, finalmente, el martes 5 de julio desde el hospital Pedro Moguillansky declararon la muerte cerebral. Ese mismo día comenzaron los preparativos para un operativo de ablación, ya que la estudiante era donante voluntaria de órganos.