Casi 18 años después de su desaparición, los cuatro imputados por el crimen de Otoño Uriarte van camino al juicio oral. El ataque y posterior muerte de la joven de Fernández Oro tuvo un cerebro que planificó cómo secuestrarla. La clave fue la bicicleta, que uno de los imputados se llevó para obligar a la víctima a tener que regresar caminando a su casa en la zona rural.

El 23 de octubre de 2006, Otoño salió de su casa temprano, en su bicicleta llevó a uno de sus hermanos a la escuela y luego la dejó guardada en la casa de una compañera. Tras un día lleno de actividades, recién cerca de las 20 decidió regresar a su casa.

Pero alguien se había llevado la bicicleta del lugar donde ella la había dejado, entonces, resignada, tuvo que comenzar a desandar el camino de vuelta a pie.

En el puente de la viña, en inmediaciones de Río Negro y Kennedy fue atacada. La zona era muy diferente a como luce hoy. Hace 18 años, Fernández Oro terminaba en ese lugar.

En el caso del crimen de Otoño Uriarte, los imputados son Ángel Germán Antilaf, José Hiram Jafri, Ricardo Néstor Cau y Maximiliano Manuel Lago. Según la investigación, planificaron con anticipación el ataque contra la adolescente.

Otoño los conocía. Uno de ellos vivía en una chacra a pocas cuadras del lugar donde desapareció. En algunas oportunidades solía dejar su bicicleta en esa vivienda. Los acusados tenían unos pocos años más que ella.

La trama se desencadenó cuando Cau robó la bicicleta desde una vivienda ubicada en la calle Libertad 85. Obligaron a Otoño a regresar a pie por la calle Río Negro.

Sin riesgo de ser vistos. En la noche del 23 de octubre de 2006, la menor fue forzada a subir a un vehículo en las inmediaciones del aserradero Rebaliatti. Una vez reducida y privada de su libertad, la trasladaron a un lugar no especificado, donde la retuvieron. Al menos dos de los imputados la violaron. En el cuerpo encontraron más bellos púbicos, pero no fueron analizados todos por falta de recursos.

En la teoría de la querella, Otoño fue asesinada con dos puñaladas: una en el pecho y otra cerca de la axila izquierda. Posteriormente, los imputados habrían enterrado el cuerpo en un lugar no determinado, para luego sacarlo y arrojarlo en el canal Principal de Riego.

Esta acusación no comprende la teoría de la trata de personas que tantas veces se relacionó con la desaparición de Otoño. Para los investigadores resulta improbable que haya sido captada, forzada a prostituirse en cabarets de la zona y luego de matarla, haber llevado el cuerpo nuevamente a Fernández Oro para tirarlo al Canal Grande.

Evidentemente, los asesinos se sintieron cercados, por eso sacaron el cuerpo de donde estaba enterrado para arrojarlo al canal. El problema para ellos fue que en abril de 2007, el riego ya había cortado, por lo que en una de las alcuzas de la usina de El 30, quedó atrapado. Al no haber correntada, el cuerpo no se desintegró.

La calificación legal del caso es "privación ilegítima de la libertad agravada" debido a la duración del secuestro, la participación de más de tres personas y la posterior muerte de la víctima. Este delito está penado con prisión perpetua.